LÍNEA DE TIEMPO


         Habitamos en los espacios creados entre la funcionalidad y la expresividad, pues no hay un espacio creado sin camino hacia la interpretación. La arquitectura vacila entre los dos puntos: funcionalidad vs. expresividad. Así como menciona Octavio Paz, la hechura: cómo está hecha, la cosa; el sentido: para qué está hecha. Constantemente nos exponemos al cambio; así como cambia el paisaje, se dispersan nuestros pensamientos en la línea de tiempo. Mientras nos sumergimos entre ambos polos, notamos cómo el tiempo es un gran factor en el camino hacia la interpretación, como el ser humano del siglo XXI no tiene la misma formulación de ideas que en el siglo XX.

El ser humano busca la manera de coexistir en un mundo funcional y, a su vez, en un mundo expresivo, lleno de ideas y características que nos definen. Si así se piensa, es como una habitación en donde normalmente tiene su funcionalidad, pero cada uno busca su manera de expresarse en cada espacio que habita por fines estéticos. Cabe destacar que eso no la hace menos funcional. A decir: entre la funcionalidad y la expresividad puede haber un balance; se puede ser hermoso, concebir la belleza en un espacio, y, a su vez, ser útil. Todo depende de nuestra percepción. Ese recipiente de agua puede ser un florero, al igual que ese florero puede ser un recipiente en cualquier espacio, puesto hacia la imaginación.


Habitamos en una línea de tiempo; todos tenemos los materiales a la mano: un lápiz para cambiar la historia, una goma a comenzar de nuevo. En *Baraka* se puede apreciar el transcurso del cambio entre las puestas de sol al pasar los autos en la avenida, mientras se camina entre el pavimento, cuadra a cuadra. Las aceras se ven más vacías y las carreteras más ocupadas; las luces se tornan más llamativas y el tráfico aumenta, a su vez, las aceras van desertando. Interpretamos cómo es más efectiva la transportación a acudir a un espacio, cómo este es útil, funcional, y dejamos de pensar en la belleza a nuestro alrededor mientras nos movemos en automático.


Así como nuestro cerebro procesa información cada 10 milisegundos, así de rápido nuestros pensamientos cambian mientras transcurre el tiempo. Logramos presenciar cómo tenemos el punto de vista en el que la funcionalidad y la expresividad tienen un balance, cómo estas encuentran convivir y, a su vez, estar en guerra entre sí. Este fenómeno ha ocurrido toda la vida; nos encontramos en cambios constantes en los cuales podemos notar visualmente que la arquitectura de siglos anteriores, incluso del siglo pasado, no es la misma en el presente.


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